LA HISTORIA INSÓLITA DE MARÍA LEJÁRRAGA

Se cumplen 50 años de la muerte en el exilio de la escritora y dramaturga que firmaba con el nombre de su marido

Francisco R. Pastoriza

         El 28 de junio de 1974, hace hoy 50 años, moría en Buenos Aires María Lejárraga, escritora que durante mucho tiempo ocultó su nombre bajo los apellidos de su marido, Gregorio Martínez Sierra, un caso que ilustra como ningún otro la marginación de la mujer en la sociedad española durante gran parte del siglo XX. Cientos de cartas, telegramas y muchos documentos revelados recientemente confirman que una gran parte de las obras  firmadas por Martínez Sierra en realidad habían sido escritas por su esposa.​

El padre de María de la O Lejárraga García era un médico de  San Millán de la Cogolla que se trasladó con su familia a  Carabanchel Bajo, en Madrid, cuando María tenía cuatro años. Gracias a la insistencia de su madre se educó siguiendo los programas pedagógicos de  la Institución Libre de Enseñanza. Se casó a los 26 años con Gregorio Martínez Sierra, siete años más joven, un empresario de teatro conocido en la escena madrileña por algunas producciones de éxito de la Compañía Cómico-Dramática Martínez Sierra, propietaria del Teatro Lara. Aunque había escrito algunos libros de poemas y narraciones, a raíz de su matrimonio Martínez Sierra  comenzó también a publicar obras literarias y de teatro que en realidad escribía su esposa utilizando su nombre. Para dedicarse de lleno a la literatura María Lejárraga pidió la excedencia como maestra en 1908 y se entregó a la escritura con una productividad extraordinaria: entre 1929 y 1931 se estrenaron en Madrid unas veinte obras que eran suyas.

A pesar de las ideas progresistas de la familia, cuando María publicó “Cuentos breves” en 1899 su padre censuró su vocación de escritora.  En aquellos años se consideraba escandaloso compartir la profesión de maestra con la condición de escritora, así que cuando al año siguiente se casó con Gregorio decidió firmar todos sus trabajos con el nombre de su marido, tanto las obras de teatro como las colaboraciones en las revistas “Vida Moderna”, “Helios” y “Renacimiento”, que ambos fundaron, así como las traducciones del inglés y del francés que acogían las páginas de estas publicaciones. Se hizo amiga de Juan Ramón Jiménez, a quien conoció durante su trabajo en estas revistas y quien le dedicó algún poema (“Y María, tres veces amapola/María, agua y lira tres veces/como un niño a través de estos parques de llanto”). Colaboró también con Eduardo Marquina y Carlos Arniches, entonces autores encumbrados. Resulta que algunas obras firmadas por Marquina, como “El pavo real”, también habían sido escritas por María Lejárraga. Hizo libretos para varias obras musicales, entre ellas “El amor brujo” de Manuel de Falla, que estrenó Pastora Imperio. La vinculación del músico con la ciudad de Granada hizo que María Lejárraga se enamorase de esta ciudad, sobre la que escribió “Granada, guía emocional”, que también firmó su marido.

PIONERA FEMINISTA

         Pero María Lejárraga fue más que escritora. Fue una de las primeras mujeres españolas que se destacó en la lucha feminista, fundando varias asociaciones, escribiendo obras tempranas sobre el movimiento (“Cartas a las mujeres de España”, de 1914, y “Feminismo, feminidad y españolismo” de 1917), pronunciando numerosas conferencias y publicando artículos feministas en la prensa de la época. Con María de Maeztu, Cenobia Camprubí  y Victoria Kent fundó el Lyceum Club en 1926 y con Dolores Ibárruri participó en el Comité de Mujeres contra el Fascismo. En 1932 fue elegida diputada al Congreso de la República por Granada en las listas del PSOE.

         Aunque la noticia no se supo hasta algunos años después, María Lejárraga y Gregorio Martínez Sierra llevaban separados desde 1922, aunque ella siguió escribiendo obras con los apellidos de su marido, una contradicción inexplicable teniendo en cuenta sus ideales feministas. Fue el matrimonio de Gregorio con Catalina Bárcena, primera actriz de su compañía, lo que provocó que María Lejárraga revelase que era ella quien había escrito muchas obras firmadas por su marido, sobre todo para evitar que los derechos de autor pasasen a Katia Martínez Bárcena, hija del segundo matrimonio de Gregorio y causa del divorcio, pues había nacido cuando María y Gregorio aún estaban casados. La última obra que escribió María y firmó Gregorio fue “Sortilegio” aún en 1930.

         Al final de la guerra civil María Lejárraga se exilió en Francia, México y Argentina. En 1950, después de la muerte de su exmarido, publicó “Es así”, la primera obra firmada con su propio nombre. Ese mismo año viajó a Hollywood para escribir por encargo para Walt Disney el guión de la comedia infantil “Merlín y Vivian  o la gata egoísta”, que fue rechazado. Un día, viendo la película “La dama y el vagabundo”, María Lejárraga reconoció que aquel guión era el que ella había escrito años antes. Después de viajar a México y trabajar como traductora para varias editoriales trasladó su residencia definitiva a Buenos Aires, donde murió cuando estaba a punto de cumplir 100 años.

         María Lejárraga escribió dos libros de memorias, “Gregorio y yo, medio siglo de colaboración” y “Una mujer por caminos de España. Recuerdos de una propagandista”, ambos firmados con el nombre de María Martínez Sierra, y con 86 años reunió muchas de sus obras, ya con su nombre, en “Fiesta en el Olimpo”. Laura Hojman rodó sobre ella el documental “A las mujeres de España”, y Vanesa Montfort  escribió la obra de teatro “Firmado Lejárraga” y la biografía novelada “La mujer sin nombre”. El retrato más conocido de María Lejárraga lo pintó en 1928 Julio Romero de Torres. Se conserva en el museo del pintor.

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