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QUIJOTES PARA TODOS

Acaba de publicarse una encuesta del CIS que revela que “El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha”, la obra cumbre de la literatura española y una de las más importantes de la literatura universal, en la actualidad sólo la leen dos de cada diez españoles y que a casi la mitad de éstos (40%) no les ha gustado. Incluso es posible que los resultaos sean peores porque se dice que hay quien se avergüenza de reconocer que no lo ha leído. Este año, en que se conmemora el 400 aniversario de la publicación de la segunda parte del Quijote, se han registrado varias iniciativas que pueden mejorar estos datos porque tratan de hacer llegar esta obra a todo tipo de lectores.
PARA LECTORES EXIGENTES
La Real Academia Española acaba de publicar la edición más completa de la historia de “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”. Son dos volúmenes pensados para quienes quieren ir más allá de la simple lectura del clásico y aspiran a comprender la historia, el arte, la cultura y todo lo que se pueda relacionar con la época en la que don Miguel de Cervantes situó las aventuras y desventuras de su personaje. Junto al texto del Quijote, exhaustivamente anotado, se incluyen ensayos que explican diversos aspectos de la obra, gráficos con los mapas de los territorios en los que se movieron el ingenioso hidalgo y Sancho, ilustraciones de todas las épocas, la bibliografía más amplia jamás registrada… La de la RAE es una de esas obras que se agradecen sobre todo por quienes conocen ya la obra y quieren acceder a nuevos niveles de lectura.
PARA ESTUDIANTES
El Quijote suele ser una de las lecturas obligatorias en los colegios para los estudiantes de la asignatura de Literatura. Lo fue por ley en 1920, con el apoyo de Unamuno y pese a la oposición de Ortega y Gasset. Algunos, sobre todo los más jóvenes, encuentran dificultades para leer y entender un texto escrito en el castellano del siglo XVII, aún con las adaptaciones que han venido haciéndose con el tiempo, lo que en muchos provoca una sensación de fracaso y en ocasiones, como de rebote, un rechazo a la obra. A iniciativa también de la RAE, el escritor Arturo Pérez Reverte ha trabajado en un Quijote para estudiantes, que acaba de publicar la editorial Santillana, “podando” del texto original todo lo que pudiera distraer de la trama básica del relato, remitiendo a enlaces los pasajes recortados. Y para una mejor comprensión del texto, Reverte ha actualizado algunas palabras que ya no se usan o no se entienden.
PARA VAGOS
Esta actualización del idioma es la que ha abordado el escritor Andrés Trapiello para “su” Quijote, que publica la editorial Destino, un trabajo en el que ha invertido 14 años. La encuesta del CIS que citábamos al principio recoge que el 66 por ciento de los que piensan que el Quijote es una obra difícil de leer dicen que lo es por el lenguaje en que está escrita. Para estos tal vez la solución sea la traducción atrevida que hace Andrés Trapiello de la obra de Cervantes, utilizando equivalentes contemporáneos a palabras y expresiones que ya no se utilizan o no se entienden. Así, el lector ya no tendrá que acudir al diccionario para conocer el significado de muchas de las palabras que Cervantes utilizó en la obra. Trapiello aclara los giros cervantinos que son más difíciles de entender en la escritura original, actualiza algunos de los refranes diseminados a lo largo de la obra y traduce al castellano actual el léxico que puede resultar ininteligible. El resultado mantiene la esencia del original. El mejor ejemplo puede ser el párrafo más conocido, aquel con el que comiénzala obra:
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino”.

“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía no hace mucho un hidalgo de los de lanza ya olvidada, escudo antiguo, rocín flaco y galgo corredor. Consumían tres partes de su hacienda una olla con algo más de vaca que carnero, ropa vieja casi todas las noches, huevos con torreznos los sábados, lentejas los viernes y algún palomino de añadidura los domingos. El resto della lo concluían un sayo de velarte negro y, para las fiestas, calzas de terciopelo con sus pantuflos a juego, honrándose entre semana con un traje pardo de lo más fino”.

Supongo que no es necesario señalar que las adaptaciones para estudiantes y esta que yo llamo para vagos han desatado una fuerte polémica sobre estas iniciativas. Los puristas han puesto el grito en el cielo como si se tratara de herejías literarias. El escritor y crítico Alberto Mangel (Babelia, 30/05/2015) considera que estas versiones son un síntoma de pereza intelectual, pensados para lectores que no quieren perder el tiempo, y que al quitarle las palabras difíciles se destruye el texto. Otros lo han entendido como un servicio a los lectores incapaces de abordar la lectura del Quijote precisamente por las incomodidades que suponen las peculiaridades del idioma en el que está escrito. Algunos (Fernando Aramburu. “El Quijote de Trapiello”. El País. 15/06/2015) han agradecido el trabajo y lamentado que no se haya hecho algo así cuando eran estudiantes. Como ocurre en todas las polémicas, hay razones válidas en todos los bandos. Pero no hay que olvidar que la puesta en lenguaje actual, respetando las características del texto original, es algo que viene haciéndose desde siempre. No hay más que leer cualquiera de las ediciones del “Cantar de Mio Cid” o de “La Celestina” para entender que el lenguaje que se utiliza en estas ediciones no es el original de la época en la que se escribieron las obras.